15 de julio de 2010

EL CAMBIO HACIA LA AGROECOLOGIA ES UNA OPCIÓN DE SUPERVIVENCIA (III)

Por Ing Agr Fernando Queirós Armand Ugón *


Por un modelo en beneficio de las mayorías

La sustentabilidad y la agricultura saludable exceden la mera conservación de los recursos naturales y del medio ambiente para convertirse en la expresión de un desarrollo económico y social equitativo.
El pasaje de una agricultura convencional a una sustentable es un proceso lento, complejo, que difícilmente se da en forma natural. Significa disponer de un conjunto de instrumentos económicos, sociales y políticos, así como tecnológicos, que orienten a productores y consumidores hacia una agricultura saludable.

En muchos países de Europa los agricultores son subsidiados por entender que la agricultura no es sólo producir un commoditie (materia prima), sino que implica una serie de valores, una cultura, que debe ser resguardada, preservada y reconocida. Mientras tanto, en nuestro caso se atenta directamente contra un desarrollo rural integrado. Es indudable que favorecer un sistema productivo diversificado, que conserve el paisaje rural y productivo, permitiría mantener la calidad ambiental, preservar la biodiversidad, proteger el recurso suelo, administrar sosteniblemente las cuencas hidrográficas y sostener a la familia en el campo.

Nuestro país deberá aplicar ingentes y continuados fondos en sus sistemas de educación formal e informal “desde la base”, educar para la vida, formar seres humanos con capacidad para asumir críticamente la cultura dominante y transformarla. Deberá apoyar medidas y legislar para regularizar el uso, tenencia y extranjerización de la tierra, promover un ordenamiento ambiental y territorial participativo y sustentable, garantizar apoyos permanentes a la agricultura diversificada, la producción agroecológica, la agricultura familiar y la juventud rural, promoviendo la utilización de tecnologías apropiadas.

La agricultura convencional tiene impactos en el suelo (cambios en la microflora, microfauna, erosión), en la biodiversidad (simplificación de los sistemas, corrimiento de la frontera agrícola-ganadera), en la desaparición de especies nativas, en la salud de los consumidores y de los trabajadores rurales (residuos de agrotóxicos), contaminación de cursos de agua, contaminación genética (transgénicos), contaminación de aire. Todos estos impactos negativos no son calculados para fijar el precio final de los productos (trigo, leche, carne, frutas, verduras), pero deberían ser incorporados al precio final y considerarlos como lo que son: costos.
Así se verá claramente que la agricultura convencional no sólo es social y ambientalmente perjudicial, sino que ni siquiera es económicamente viable.

La oposición a la generalización de la producción agroecológica no tiene base en conceptos técnicos o económicos, sino ideológicos y políticos.
Para realmente tener un verdadero ordenamiento territorial sustentable, se requiere un trabajo conjunto, con todos los actores de una región, para garantizar un camino que nos conduzca a lograr: la soberanía alimentaria a través de sistemas de producción local con base agroecológica, la diversidad y no los monocultivos, la descentralización y no la concentración, permitiendo el acceso al agua, a las semillas, a la tierra y al uso de energías renovables diversas.

Como señaló el teólogo brasileño Leonardo Boff: "No basta solamente con adaptarse a la nueva realidad, ni es suficiente aminorar los efectos dañinos del calentamiento global, sino que hay que ir a algo más profundo: hay que refundar el sentir de la vida, hay que recrear una nueva espiritualidad, es decir, un nuevo sentido más amplio de nuestro pasar por este mundo, de nuestra coexistencia como seres humanos, para hacer que la Tierra, la humanidad, puedan y sigan teniendo futuro".


*Ingeniero agrónomo, docente y productor agroecológico